sábado, 12 de octubre de 2019

LA FIESTA NACIONAL CONVERTIDA EN EL DÍA DE LOS MONÁRQUICOS.


Como todos los años, hoy se celebra el día de la Fiesta Nacional. Por razones que desconozco, pues no están claras,  en octubre de 1987 el Gobierno de España no eligió un día que conmemorara un hecho histórico de dimensión nacional, como podría haber sido  el  2 de Mayo, día del Levantamiento contra la invasión Napoleónica en 1808, o el 19 de Marzo, día en el que se aprobó la primera Constitución española, la Constitución de 1812, sino que eligieron el 12 de octubre, fecha que coincide con el aniversario del Descubrimiento de América (12 de Octubre de 1492) como día de la Fiesta Nacional. Pero ello no es lo grave, cualquier día sería bueno para celebrar la Fiesta Nacional, sino que esta se ha convertido en el día de los monárquicos. Año tras año, los monárquicos aprovechan la celebración de la Fiesta Nacional para realizar un espectáculo propagandístico con el que escenificar, dejar claro, tres cosas: Uno, que todos los poderes del Estado, de una u otra forma democráticamente elegidos, están sometidos a la Jefatura del Estado en la figura del Rey, en este momento el rey Felipe VI. Dos, que el rey Felipe VI ejerce el mando supremo de las Fuerzas Armadas. Y tres, para preparar el terreno, preparara el ambiente,  para que la sociedad española acepte como  sucesión a Felipe VI, en la Jefatura del Estado, a la princesa Leonor, todavía menor de edad, pero ya disfrutando de un rol protocolario superior al de los gobernantes democráticamente elegidos, por ejemplo, al del presidente del Gobierno de España.

La Monarquía, que una familia, la familia de Borbón,  con carácter hereditario, ocupe la Jefatura del Estado, es un claro anacronismo en la España actual. Un anacronismo que impide el desarrollo democrático de la sociedad española, al establecer como aceptables principios monárquicos como el de intentar imponer una estratificación social basada en el origen familiar. En ninguna organización internacional se reconoce al rey Felipe VI como mando supremo de las Fuerzas Armadas, pero así lo contempla la Constitución del 78, la cual también atribuye al  Rey la capacidad,  previa autorización de las Cortes Generales, de declarar la guerra y hacer la paz, claro que no dice que ocurriría, siendo como son las Fuerzas Armadas leales a la Monarquía, sí la opinión del Rey no coincidiera con las de las Cortes Generales.

España es un Estado en que se cometen flagrantes, sistemáticas e impunes violaciones de los Derechos Humanos. España es un país en el que se tortura, se utiliza el sistema sanitario para cometer abusos medios, y el Poder Judicial, al igual que las Fuerzas Armadas,  también sometido a la Casa Real, y junto con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, son instrumentos represores al servicio de los intereses de sectores de las elites dirigentes, lo que favorece que en la España democrática actual se ordenen detenciones ilegales y haya terrorismo de Estado, como es el caso del 11-M, algo constatado y denunciando públicamente por números expertos, espías, y medios periodísticos. Lógicamente todo ello tienen mucho que ver con el hecho de que después de cada nuevas elecciones generales hay siempre algo que sobrevive, que permanece, que perdura, el espíritu de la Monarquía, nada simbólica, y si un obstáculo al desarrollo democrático de España, un obstáculo, por ejemplo, a que en España se respecte la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Mientras las Fuerzas Armadas sean leales a la Monarquía, a la familia Borbón, sería una temeridad proponer la celebración de un referéndum entre república o monarquía, pero  es evidente, que para mejorar la calidad de la democracia española, y que esta no se traduzca únicamente en que se permita el pluralismo político y la celebración de elecciones para que el pueblo pueda elegir a sus gobernantes, es necesario abrir en la sociedad española un debate sobre cuál debe ser el rol que debe jugar el Rey en la España democrática actual. En una democracia no tiene sentido ni es aceptable que una familia ejerza el mando supremo de las Fuerzas Armadas con carácter hereditario, mando en este momento ejercido por el rey Felipe VI,  no reconocido en organizaciones internacionales, como por ejemplo, en  la NATO. En una democracia no tiene sentido ni es aceptable,  que el Rey sea el que deba declarar la guerra o hacer la paz, o que la Constitución establece que el Poder Judicial administra justicia en nombre del Rey.

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