martes, 9 de junio de 2020

22 DE JUNIO, NUEVA NORMALIDAD: LA REPRESIÓN CONTINUA.

Desde hace semanas, el presidente Sánchez lleva anunciando y amenazando con que la crisis creada por el covid-19 iba a llevar a España a una nueva normalidad, y no ha decepcionado. A partir de que el próximo 21 de junio finalice la sexta prorroga del estado de alarma, España entrara en una nueva normalidad, definida por  Real Decreto-Ley de medidas urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, que representara una aplicación de la represión que el Gobierno ha ejercido durante el estado de alarma. Sánchez quiere utilizar la situación sanitaria creada por  la potencial amenaza del covid19, no sabemos si real, para crear algo similar a un régimen comunista encubierto bajo la forma de democracia, que le permita justificar represión y encubrir violaciones de los derechos humanos, cuando no asesinatos. Como ocurrió con el estado de alarma, la nueva normalidad está definida de tal manera que permitirá al Gobierno ejercer represión a la carta, permitiendo hacer la vista gorda para que haya ciudadanos que disfruten de todos sus derechos fundamentales, mientras que sutilmente se reserva el derecho legal a actuar contra otros.

A través del real decreto  aprobado hoy por el Consejo de Ministros, el covid-19 pasara a ser enfermedad de declaración urgente; se establece la obligatoriedad de toda persona  de llevar mascarilla cuando no se pueda mantener la distancia de seguridad (1,5 m) , y las empresas de transporte terrestre con servicios de asientos preasignados, que transcurran por más de una provincia,  deberán guardar registro de los viajeros durante cuatro semanas.

Con la nueva normalidad el Gobierno socialcomunista de España no busca proteger la salud de los ciudadanos sino únicamente ejercer represión a la carta, contra concretos sectores de la sociedad. Una persona podrá contagiarse de VIH, y tener sida, y mantenerlo en secreto, solo conocerlo él y su médico,  pero en cambio si se contagia de covid-19, enfermedad de la que  sabemos por estudios estadísticos que menos de un 10% de los que la contraen necesitan asistencia sanitaria, tendrá que hacerlo público, renunciar a su privacidad, para que el personal sanitario pueda decidir sobre su vida y someterlo a represión, muy probablemente aislándolo, privándolo del derecho a elegir centro hospitalario, médico y tratamiento. Una ley es justa cuando no afecta por igual a todos los ciudadanos. Como ya ocurrió con la aplicación del estado de alarma, que el Gobierno utilizo para privar de importantes derechos fundamentales a ciudadanos cuya actividades laborales no  consideraba imprescindibles para sus intereses, como hacían los nazis con los judíos, la nueva normalidad no afectara a todos los ciudadanos por igual. El Gobierno impone la obligatoriedad de llevar mascarilla cuando no se pueda mantener la distancia de seguridad de un metro y medio, infringir esta norma podrá suponer una sanción de 100 euros. Esta norma de muy difícil cumplimiento, tanto lugares de trabajo como de ocio,  entra de forma clara en contradicción con el hecho de que el Gobierno permita competiciones de deportes de equipo, por ejemplo, de futbol. Si tan peligroso es este virus, sin tan fácil es el contagio al reducir la distancia de seguridad ¿Por qué se permiten competiciones de deportes de equipo donde los jugadores no solo no mantendrá la distancia de seguridad sino que muchas veces entraran en contacto físico?

Pero sin duda, lo más alarmante de las medidas aprobadas por el Gobierno para la nueva normalidad es que el Gobierno quiere ejercer un máximo control sobre la circulación de pasajeros en transporte público entre provincias. De tal forma que el Gobierno impone que  los operadores de transporte terrestre, cuyos servicios con asientos preasignados discurran por más de una provincia, conserven la información de contacto de los pasajeros durante un mínimo de cuatro semanas y su puesta a disposición cuando se requiera por las autoridades de salud pública, con la finalidad de realizar la trazabilidad de los contactos en caso de que fuera necesario. Esta obligación se extiende también a los operadores de transporte aéreo. Según los expertos, el transporte urbano, el  metro, trenes de cercanías, etc,  es uno de los lugares donde hay mayor probabilidad de contagio. Pero al Gobierno solo le interesa contralor a las personas  que hacen viajes de larga distancia en medios de transporte público, o sea, que sí te has contagiado en el metro y luego viajas en tu vehículo privado a otra provincia eso no supone ningún riesgo, a nadie le interesa con quien has entrado en contacto. Te vas de vacaciones en transporte público; viaje de larga distancia, te ponen al lado un tipo que luego da positivo, y aunque tengas la suerte de no enfermar, como tienen tus datos,  como precaución las autoridades sanitarias, con la autorización y apoyo del  Gobierno socialcomunista, te pueden joder las vacaciones, pueden ordenar legalmente tú detención y aislamiento, para someterte al control y vigilancia del personal sanitario.

Con la nueva normalidad, que supone vivir en un régimen comunista encubierto bajo la forma de democracia, que supone imponer unas medidas que anulan la igualdad entre ciudadanos y que no  tienen cabida en el actual marco constitucional, el Gobierno socialcomunista no quiere proteger la salud de nadie, sino únicamente justificar represión. Para más inri, una nueva normalidad que el Gobierno se guarda el derecho de mantener hasta que de forma motivada considere el fin de la crisis, es decir, hasta que considere que ha logrado unos objetivos que mantiene en secreto. Evidentemente, la nueva normalidad terminara cuando al Gobierno ya le sea imposible soportar las negativas consecuencias que provocara para la economía, pues no nos engañemos, la represión no genera riqueza. Estamos en guerra, y el enemigo es el actual  Gobierno de España que quiere anular nuestra vida, que nos quiere privar del derecho a vivir. Pero el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, debería tener en cuenta que el covid-19 es un traje demasiado caro para España.


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