Aunque en el 2014, la gran mayoría de los medios de comunicación
intentaron presentar a Podemos ante la opinión pública como un partido político
de ideología transversal, como el Movimiento 15-M, de donde surgieron sus dirigentes, entonces ya estaba claro que
Podemos estaba formado por lo que podríamos denominar residuos, pequeños
partidos, muy vinculados al comunismo internacional, no integrados en Izquierda
Unida. A finales del 2014, siendo ya secretario general del PSOE, Pedro Sánchez,
el expresidente del Gobierno Rodríguez Zapatero mantuvo una reunión
con el líder Podemos, Pablo Iglesias. A la reunión se le intento quitar
importancia, calificándola de personal, pero estaba claro que si no había sido
mantenida en secreto y se le había dado publicidad era por algo.
Por mucho que se dijera lo contrario, es imposible pensar
que la reunión tuviera lugar sin estar dentro de la agenda del PSOE, y por
tanto la reunión daba a entender dos cosas. Primero, que desde el PSOE se quería apoyar el liderazgo de Pablo Iglesias, considerándolo,
a pesar de que llevaba dos días en política, y su representación eran 5
eurodiputados, un personaje relevante de la política española. Segundo, se
quiso escenificar el acercamiento del PSOE al comunismo internacional
representado por Podemos, hoy Unidas Podemos, después de haber logrado
conquistar Izquierda Unida, entre otras cosas, debido a sus problemas de financiación.
La reunión de Zapatero e Iglesias hacía sospechar que Sánchez, aunque lo negaba, hoy sabemos que cínicamente, era partidario de formar un Gobierno de coalición con Pablo Iglesias, lo que supondría que el PSOE estaba renunciando a tradicionales posicionamientos políticos mantenidos desde el 82, principalmente en política exterior. Claro que entonces, salieron los militares para facilitar las cosas, por algo sectores de la derecha monárquica, como el Grupo Planeta, apoyaron la creación de Podemos, y el general Julio Rodríguez, ex JEMAD con Zapatero, apareció en las elecciones generales de octubre de 2015 como dirigente fundador de Podemos, lo que favorecía que Sánchez se pudiera acercar a la nueva cara del comunismo internacional en España y contribuía a aminorar el miedo a que un partido de forma clara anti OTAN y prorruso estuviera en el Gobierno de España. Sin duda fue una gran jugada del comunismo internacional, y aunque rompía uno de los pactos tácitos de la Transición de que los militares no entraran en política, la entrada del general Rodríguez en política no fue criticada a nivel político, lo que ha favorecido que hoy haya un partido de extrema derecha, VOX, con varios generales como dirigentes políticos.
Recuerdo esto, porque hoy está claro que el socialismo
español, representado por el PSOE, ha cambiado de rumbo. El actual PSOE no es
el de la Transición. El actual PSOE, desconozco en que porcentaje, tiene una línea
ideológica internacionalista con posicionamientos políticos propios de la era soviética,
como lo demuestra que esté gobernando con un partido comunista prorruso y anti
OTAN. Lógicamente, este cambio de posicionamientos del socialismo español no
habría sido posible sin un apoyo
favorable de la socialdemocracia europea. Cambio en la socialdemocracia europea
que se escenifica en el 2005 cuando el excanciller
Gerhard Schröder, que acababa de
dejar el Gobierno alemán, con información caliente de la NATO, paso a estar en
la nómina del Gobierno ruso. Este hecho, que apenas recibió oposición a nivel internacional, y muy pocas críticas, a
pesar de que rompía las reglas de juego occidentales establecidas al terminar
la Segunda Guerra Mundial, es fundamental para entender la política actual, no
solo española sino internacional. Por un lado, materializaba un claro nuevo
acercamiento de Alemania a Rusia. Por otro lado, favorecía que mientras en sus
reuniones la NATO considera a Rusia una amenaza a la seguridad y la estabilidad
política, se acepte que en Estados Unidos haya un presidente con claros vínculos
con elites dirigentes rusas y en España un Gobierno de coalición del que forma
parte un partido, Unidas Podemos, que se autodefine como prorruso y anti NATO. Lógicamente,
que hoy suframos la amenaza de un virus chino, tipo covid-19, tiene mucho que
ver cambios de posicionamientos políticos
que han tenido lugar en Occidente
respecto a Rusia y el comunismo internacional, todavía vivo y defendiendo lo
mismo.
Sánchez no es un loco, no va por libre acercándose al
comunismo internacional, sino que es la línea ideológica hoy dominante en la
socialdemocracia europea. Pero a España le está saliendo muy caro, en euros y
en libertades. Aprovechando la situación creada por el ataque del covid-19, el
presidente Sánchez, recurriendo a una aplicación inconstitucional del estado de
alarma, ha impuesto en España una especie de régimen comunista encubierto bajo
la forma de democracia. Privando a muchos ciudadanos de derechos fundamentales,
del derecho a trabajar, del derecho a la libertad de circulación, del derecho a
elegir centro hospitalario, médico o tratamiento, etc. La crisis del covid-19 está
siendo utilizada por el Gobierno de España para justificar represión y encubrir
violaciones de los derechos humanos, cuando no asesinatos. Aprovechando la situación
creada por el ataque del covid-19, el presidente Sánchez ha logrado lo que
tanto deseaban los partidarios de la teoría del decrecimiento, por cierto,
comunistas, llevando el consumo a mínimos al imponer un confinamiento de discutida
eficacia, sin precedentes en la historia para combatir una epidemia de este
tipo.
Las medidas adoptadas por el Gobierno de Sánchez desde que estalló
la crisis del covid-19, con la disculpa de proteger la salud de los ciudadanos,
solo han servido para incrementar la desigualdad, la pobreza, la injusticia y
llevar las cuentas públicas al borde de la quiebra. El actual Gobierno de
España con la justificación de que era necesario para proteger la salud de los
ciudadanos, según parece excluyendo a los ancianos alojados en residencias, ha impuesto en España una especie de régimen comunista
encubierto bajo la forma de democracia. Con unos ciudadanos que disfrutan de
todos los derechos constitucionales y otros que son privados de ellos; con unos
ciudadanos que disfrutan de total libertad, y otros que son reprimidos, vigilados y sancionados. Pero Sánchez no está todavía
satisfecho. Y quiere que de alguna forma lar represión continúe también después
de levantarse el estado de alarma; Sánchez y sus aliados comunistas quieren
seguir manteniéndonos en jaque, imponiendo lo que ha definido ya como normalidad
provisional. Sánchez, apoyándose en expertos en sanidad, quiere crear una situación en la que la potencial amenaza de
la covid-19 siga sirviendo para justificar represión y encubrir violaciones de
los derechos humanos. El que no aprende las lecciones del pasado, corre el
riesgo de tener que repetirlas, y está claro que la izquierda española, no las
ha aprendido. No sé
qué vendrá después, si será mejor o peor, pero la situación que vive España,
camino de la quiebra, y la situación que
vivimos muchos españoles sometidos a continua represión, hacen necesario unir
esfuerzos para derribar el Gobierno de Sánchez. Sánchez dimite.
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