Con la aprobación ayer en el
Parlamento de Cataluña de la resolución que define el proceso para la construcción
de un Estado catalán en forma de república, independiente y soberano, España
puede estar viviendo un momento histórico. Y ello está ocurriendo en un
ambiente político que se caracteriza por: Un elevado fraccionamiento del mapa político,
desunión interna de las principales fuerzas políticas de ámbito nacional, PSOE
y PP, y la existencia de unas elites políticas con miembros con mucha titulación pero mediocres y afectadas por lo que podríamos llamar
un profundo infantilismo a la hora de considerar los problemas que afectan a
España, lógicamente, salvo alguna excepción
como puede ser, sin ser votante del PP, la del presidente Rajoy y pocos más, entre
otras cosas debido al relevo generacional que se ha impuesto en los partidos políticos.
Fraccionamiento del mapa político, sin repasar números, sin precedentes desde
el 78, surgiendo dos nuevos partidos políticos, Ciudadanos y Podemos, denominados emergentes, que quieren gobernar
España sin tener estructura para ello y ni siquiera proyecto político.
Infantilismo político que lleva a las elites políticas a trivializar con todo,
con el asunto de Cataluña, con el desempleo, con la pobreza, con las violaciones de los
derechos humanos que se producen en España o con el terrorismo de Estado. Los
españoles sin techo, o los que sufren la pobreza, los numerosos niños que
crecen en un ambiente de pobreza infantil, no importan a nadie, sino por el
contrario a las elites políticas españolas les interesa, les duele, la situación
de refugiados exteriores, la mayoría proveniente del países del mundo islámico,
desean ayudar a inmigrantes refugiados
que traen a España en avión, viaje y acogida que aún no sabemos cuánto costara
y quien la pagara, pues sería inadmisible que hubiera dinero para
inmigrantes-refugiados mientras hay ciudadanos españoles sin techo que mueren, según datos dados por el ministro
Alonso, tirados en calles de ciudades
españolas.
Pero volvamos al asunto de
Cataluña que es lo relevante hoy. El asunto de Cataluña, a mi parecer, se está
tratando tanto por los dirigentes políticos nacionalistas como por los del
resto de España con una enorme ligereza, sin valorar la gravedad de la situación,
su posible evolución y las graves consecuencias
que esta podría provocar. Hasta ahora, a la única persona con poder en la sociedad
española que he visto superar el infantilismo al que he hecho referencia, ha
sido al ex vicepresidente Alfonso Guerra, el cual ha propuesto que el Gobierno actué
como en el 34 contra las elites nacionalistas catalanas, y no es que yo lo
desee, sino que es bueno decir, reconocer, que ello puede volver a ocurrir,
hoy, siendo España miembro de la UE y de la OTAN. Lógicamente, Guerra no ha
querido recordar que dos años después comenzó
la Guerra Civil, y es que “El uso de la
violencia legítima el uso de la violencia” Siempre
que se habla del asunto de Cataluña, del proyecto independentista, como simple
ciudadano español que soy, sin participación activa en política, pienso lo mismo, lo que pensaron
los dirigentes de Checoslovaquia al firmarse los Acuerdos de Múnich: Sin
nosotros, acerca de nosotros, contra
nosotros. Es decir, las elites dirigentes españolas van a darle una solución al
asunto de Cataluña sin considerar para nada a los ciudadanos españoles, que no
viven en Cataluña, pero dicha solución sea cual sea afectara al conjunto de la
sociedad española.
La investidura de Más como
presidente de Cataluña, salvo el hecho de la aprobación de la resolución de desconexión
con el Estado español, está siendo como era de esperar. Con discursos
repetitivos y mediocres, más de lo mismo, en una palabra aburrida. El discurso
del candidato a presidente, Artur Mas, ha sido un discurso que yo definirá como
utópico. Mas sigue creyendo que Cataluña va a constituirse en un Estado sin
enfrentarse él con las elites dirigentes del resto de España. Los españoles
saben de sobra que España es una tiranía, en la que la elevada convivencia y complicidad
que hay entre las elites dirigentes favorece que se cometan violaciones de los
derechos humanos con total impunidad. ¿Y qué? ¿A dónde ir? ¿Qué hacer? El brazo
de España es muy largo, y las elites dirigentes españolas y sus vínculos exteriores
tienen capacidad para cerrar muchas puertas, España ha impedido la entrada de Kosovo en la UNESCO, votando en
contra de países aliados, algo que será muy malo para España, pero la puerta
para Kosovo está cerrada. Es evidente que España votaría en el exterior en
contra de una Cataluña independiente en todo tipo de decisiones, es decir una
Cataluña independiente no podría tener una relación de amistad con el resto de
España. Dicho eso, como se suele decir ahora, ha habido dos cosas que me han
parecido innovadoras y me han llamado la atención. La camiseta que llevaba la
diputada Anna Gabriel de la CUP, la cual ha hecho ayer el discurso de defensa
de la resolución rupturista de su partido,
y ver al líder del PP, García
Albiol portando una bandera de España ante la tribuna del Parlamento. Se suele
decir que “El que juega con fuego se acaba quemando”, y el infantilismo que
padecen algunos miembros de la elite política
española, incluido algunos del nacionalismo catalán, les conduce a jugar con
fuego, a lanzar mensajes fascistas, tiránicos, inaceptables, en una democracia.
Además, lo hacen de forma sutil, subliminal, creyendo que así no habrá consecuencias.
Que no les engañen habrá consecuencias, pero adelante, animo.
Algo que me parece insólito,
es que en un momento trascendental para Cataluña, el partido de la oposición sea
Ciudadanos. Un partido burgués, que tiene como ideología lo que se conoce como
el liberalismo político. Que carece de estructura política suficiente, ya no para
gobernar España sino simplemente para gobernar Cataluña. Y además que no tiene ningún proyecto
ni para Cataluña ni para España, proponiendo de vez en cuanto sus dirigentes alguna idea
innovadora, inviable, negativa para la sociedad o simplemente descabellada,
como es la suprimir el Concierto Económico del País Vasco. Un partido político,
cuya líder en Cataluña, Inés Arrimadas, cree que hacer discursos es ir al Parlamento
a dar la lección que el día anterior ha aprendido en casa. Siendo sorprendente
que un partido así, con dirigentes que provienen de lo que se conoce como los niños
ricos de la sociedad, pueda haber obtenido votos, ganando, en zonas de Cataluña
populares, mayoritariamente de
trabajadores, y que antes votaban al PSOE, lo que refleja la confusión y el
desconocimiento de los partidos políticos que existen entre los ciudadanos a la
hora de votar.
Con la aprobación por el
Parlamento de Cataluña de la resolución rupturista,
de desconexión con el Estado español, el asunto de Cataluña parece, solo
parece, complicarse. En este ambiente ¿Qué soluciones hay? Sin tener en cuenta
mi opinión personal, creo que hay tres
posibles caminos. Uno, las elites nacionalistas catalanas se acojonan y
renuncian al proyecto independentista. Dos, las elites nacionalistas catalanas elijen
lo que se conoce como la vía Kosovo, lo
cual supondría duros sacrificios para la sociedad catalana, pero Cataluña
acabaría siendo un Estado independiente y soberano. Tercera, esta sería
contando con el Gobierno de España, es decir, el Gobierno ofrece a Cataluña un pacto fiscal como el del País Vasco y las
elites dirigentes catalanas lo aceptan como un mal menor.
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