Esta
vez ha sido Orlando, Estados Unidos, el
lugar elegido por el terrorismo
islamista para atacar Occidente, provocando terror e intentando logar unas
reivindicaciones que existen pero que son mantenidas en secreto, ocultadas a la
opinión pública por las elites dirigentes, por aquellos que son objeto de
intento de chantaje, de extorsión, de presiones, por parte del terrorismo islamista. Omar
Mateen, un ciudadano estadounidense, de religión
musulmana, ha realizado una ataque armado contra un centro nocturno gay,
asesinando a 40 personas y causando numerosos heridos. A lo contrario de lo que
ha ocurrido con otras acciones de la misma naturaleza, es decir, también realizadas
por el terrorismo islamista, en este caso la acción ha sido reivindicada por el Estado Islámico.
Todas
las acciones realizadas por el terrorismo islamista en lo que va de siglo, que
no son pocas, tienen numerosas características
en común, destacando dos que me parecen las
más relevantes. Uno, son siempre ataques indiscriminados, no estando dirigidos
contra las elites dirigentes, no estando dirigidos contra personas con algún tipo
de responsabilidad política, militar o policial, sino contra humildes y
desprotegidos ciudadanos. Son viles ataques siempre dirigidos contra la población civil no combatiente y
desarmada. Dos, el o los ejecutores son fácilmente identificables, y han dejado
un amplio historial personal, sobre su
vida, con fotos, grabaciones de video, etc., que serán utilizados por medios de comunicación para hacer, unos
conscientes de ello otros no, propaganda
de lo sucedido y así incrementar los efectos de la acción generando todavía más
terror entre la desprotegida y desinformada población civil.
Es ya una
realidad innegable que el modelo social y político Occidental se va erosionando
poco a poco debido principalmente a tres factores. Primero, la globalización económica
y su principal consecuencia, favorecer la libre circulación de bienes, capitales y
personas, lo cual está provocando desastrosos efectos para las sociedades de
los países desarrollados occidentales.
Cito algunos, destrucción de tejido productivo y destrucción de empleo, disminución de los salarios,
incremento de la inseguridad ciudadana e incremento de la conflictividad social. Segunda, crecimiento
del comunismo. El actual modelo político y social occidental se construyó en oposición
al comunismo. El comunismo, el comunismo internacional, como doctrina ideológica intenta destruir
todo lo que representa Occidente, entendiendo por Occidente, lo que ha
defendido y no sabemos si lo sigue defendiendo, NATO. Realizándose un falso
revisionismo de la historia se le está dando juego de nuevo al comunismo, permitiéndose
incluso en la UE que partidos de ideología
comunista entren en instituciones que fueron creadas teniendo como principal objetivo combatir todo
aquello que representaba el comunismo internacional, en aquel momento la URSS. Y en tercer lugar está la amenaza del
terrorismo islamista. El terrorismo islamista asesina allí donde lo desea
generando terror ante la total pasividad de las elites gobernantes. El
terrorismo islamista actúa principalmente porque falla la disuasión. Y la disuasión falla porque el terrorismo
islamista no está siendo combatido sino que Occidente está respondiendo, por
utilizar un término conocido, con apaciguamiento. Que se permita actuar a estos
tres factores, provocando la decadencia de Occidente y su división, solo tienen
una causa, ello permite el enriquecimiento de las elites dirigentes, y en
concreto de su cara visible, aquellos que se dedican a la política y gobiernan.
Parafraseando a Tony Judt es evidente que las langostas de la globalización económica,
del comunismo internacional y del terrorismo islamista están devorando años de construcción
política occidental.
El atentado
de ayer en Orlando es un hecho más que va a contribuir a que el presidente
Barack Obama pase a la historia como el peor presidente que ha tenido en décadas
los Estados Unidos y el que más ha contribuido con su políticas exterior y de
defensa a la decadencia de Occidente. Es evidente que Occidente, y en
particular la actual decadente y divida UE,
necesita que se produzca un cambio de
ciento ochenta grados en la política americana. Cambio que evidentemente no
puede venir en estos momentos de la mano de un Partido Demócrata (PD) liderado
por Hillary Clinton. No puede venir de la mano de un PD muy contaminado ideológicamente
por la influencia que sobre dicho partido ejercen minorías étnicas de la sociedad americana. Millonarias
minorías étnicas con capacidad de
influir de forma determinante en los procesos electorales, con su dinero,
contribuyendo a financiar las campañas de los políticos, y con el voto de su
gente. Hillary Clinton ha sido una senadora totalmente irrelevante, y una
Secretario de Estado nefasta, incompetente. Además, en un país como los Estados
Unidos, en el que la población de religión
musulmana nos supera el 2%, no deja de ser llamativo que la candidata del Partido
Democrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, tenga como asesora, como vicepresidenta de su
campaña, a una persona de religión musulmana, Huma Abedin, no sé si ello tiene
que ver con su perfil profesional o más bien con el hecho de que la Fundación
Clinton haya estado recibiendo desde su creación importantes donaciones de familias
extranjeras pertenecientes al Mundo islámico. Tal vez, Donald Trump no sea la
persona más idónea para ser el próximo presidente de los Estados Unidos, no lo sé,
lo que sí está claro es que es necesario al frente de la Casa Blanca alguien
con la suficiente determinación para hacerle frente y combatir todo aquello que
en este momento erosiona y amenaza
Occidente, o las langostas acabaran devorando lo poco que queda, y la
historia se repetirá produciéndose nuevas tragedias.
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