El
discurso de investidura del candidato del PP a presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, ha sido el propio de un opositor al que antes del examen oral le dicen
que las plazas ya están dadas. Ha sido un discurso aburrido, soñoliento, con
poco contenido nuevo, evitando dirigirse al líder de la oposición, Pedro Sánchez,
algo que era de esperar teniendo en cuenta que necesita el apoyo del PSOE, como
mínimo 11 abstenciones. El discurso de Rajoy se puede resumir en una frase, ha
dicho “España necesita un Gobierno y yo soy la solución”. Y para argumentarlo
ha dado algunos datos positivos e indiscutibles de la economía, crecimiento, reducción de déficit,
bajada de lo que se conoce como la prima de riesgo, creación de empleo.
Poniendo, además, de relieve la urgencia de constituir un nuevo Gobierno debido
a los compromisos contraídos con la Unión Europea, alertando sobre el hecho de
que la evolución de la economía española puede cambiar si España no tiene
pronto un nuevo Gobierno o este no sigue con las políticas adoptadas durante la
anterior legislatura. Rajoy ha cumplido con la obligación constitucional de
acudir al debate de investidura, ha aburrido y no ha logrado convencer a nadie.
Seguramente mañana el debate sea más vivo,
ameno e interesante al haber la posibilidad de réplicas.
Rajoy
ha insistido una vez más en su discurso en que su propuesta es un Gobierno de coalición,
constitucionalista, en el que de alguna forma participaran PP, PSOE y
Ciudadanos. Acuerdo que de forma inmediata convertiría a Podemos en principal
fuerza de la oposición, algo en lo que parece que tienen mucho interés sectores
de la derecha española, afines al PP, algo que supondría ponerle una alfombra roja a Pablo Iglesias
para que se produzca el denominado sorpaso al PSOE y facilitaría su posible
llegada a La Moncloa.
En
toda negociación, sea de la naturaleza que sea, laboral, política, incluso
amorosa, uno puede utilizar, principalmente, tres tácticas: Amenazar, presionar,
y ceder. España se encuentra hoy en una situación de clara ingobernabilidad
debido a que ningún partido tiene capacidad para utilizando una o varias de
estas tácticas lograr los suficientes votos para que su candidato sea investido
Presidente del Gobierno. Hay partidos
que ni siquiera se han sentado de forma pública, desconozco si de forma
secreta, a negociar, es el caso del PSOE, partido que ha negado en todo momento
ante los medios de comunicación mantener negociaciones con el PP, ¿La razón? La
desconozco, creo que fue el presidente norteamericano, Fitzgeral Kennedy quien
dijo algo así como “No tengas miedo a negociar, pero no negocies si tienes
miedo”. El PSOE está hoy en una situación de debilidad, por lo menos aparente,
sin precedentes. No tiene fuerza para amenazar ni presionar a la derecha, y
ceder ante el PP lo debilitaría todavía más favoreciendo el crecimiento de
Podemos.
A mi
parecer, y sin intención de exagerar, creo que España se encuentra ya en una situación
política dramática, pues unas terceras
elecciones parecen ya inevitables. Y por tanto, las risitas con las que un día sí
y otro también salen muchos de los representantes políticos españoles ante los
medios de comunicación es insultante, un desprecio a la ciudadanía. Un
comportamiento irresponsable, e insensible, teniendo en cuenta las
repercusiones sociales que pueden provocar que España siga con un Gobierno en
funciones. Un comportamiento que solo se explica y comprende teniendo en cuenta
que pase lo que pase las organizaciones políticas tienen garantizado los suelos
de sus dirigentes y subvenciones diversas. Muchos dirigentes políticos han
dicho que si se logró la transición se puede lograr también ahora un acuerdo,
el problema es que son contextos completamente distintos. En la época de la transición,
1975-78, estaba latente la amenaza de los militares, y por tanto el temor a que
España no evolucionara hacia una democracia, además de existir numerosos
objetivos comunes a los diferentes sectores de poder de la sociedad española, integración en
la Comunidad Económica Europea, integración en la OTAN, Ley de Amnistía del 77,
apertura a la inversión extranjera, etc., etc., etc. Objetivos comunes que
evidentemente no existen hoy.
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