El presidente del Gobierno de
España, Mariano Rajoy, hoy, en su discurso a los militares destinados en el
exterior, ha recurrido al vello verso “La Milicia”, de Calderón de la Barca, para
intentar poner honor en donde no lo hay, pues, ya desde hace tiempo, la clase política español ha privado
de honor a importantes instituciones del
Estado, como es la de las Fuerzas Armadas. Por perder el honor, hasta lo ha perdido la Jefatura del Estado,
por impropios e ilegales comportamientos de miembros de la Casa Real.
Pues no hay honor, en el
terrorismo de Estado, ni en la represión judicial y policial que se ordenan
desde las instituciones del Estado. Pues no hay honor, en las detenciones ilegales
que se ordenan desde el Poder Judicial. Pues no hay honor, en una utilización arbitraria
de la justicia, privando a ciudadanos de la cobertura del Estado de Derecho.
Pues no hay honor, en las
flagrantes y sistemáticas violaciones de
los Derechos Humanos que se producen en España. Pues no hay honor, en ejecutar
a ciudadanos, para más inri sin juicio previo, de forma oculta recurriendo al sistema
sanitario.
Pues no hay honor, en utilizar
la violencia policial de forma innecesaria contra humildes ciudadanos sin
responsabilidades políticas, únicamente para realizar una demostración de
poder.
Pues no hay honor, en la utilización discriminatoria del sistema
educativo, impidiendo así que progresen
ciudadanos pertenecientes a concretos sectores sociales, a la vez que se
favorece que progresen aquellos que les interesa a las elites dirigentes.
Pues no hay honor, en permitir
o favorecer que se cometan abusos sexuales. Pues no hay honor, en encubrir a pederastas. Pues no hay honor, en modernas
formas de exigencia del cobro de lo que se conoce como el derecho de pernada.
Pues no hay honor, en la corrupción
política. Pues no hay honor, en una Jefatura del Estado ostentada con carácter hereditario
por una familia cuyos miembros intentaron establecer un sutil sistema de cobro
de impuestos, paralelo a la Hacienda Pública. Pues no hay honor, en la
enorme desigualdad que sufre la sociedad española, ni hay honor en la pobreza
infantil.
No, no hay honor. Hace tiempo
que la clase política ha privado de honor a la democracia española.
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