El rey de España, Felipe VI,
entrego hoy el Collar de la Insigne Orden del
Toisón de Oro a la princesa Leonor, condecoración que ya le había otorgado
en octubre del 2015. El acto ha tenido lugar en el Salón de Columnas del Palacio Real. Teniendo en cuenta que la Constitución
establece que España es un Estado democrático, me parece necesario realizar
algunas reflexiones sobre dicho hecho.
Primera, ¿Poder
simbólico? Teniendo en cuenta que era un acto familiar, interno de la Casa de Borbón, la categoría
de los invitados al acto, al que, entre otros, asistieron los presidentes de los tres poderes
del Estado, Ejecutivo, Legislativo, y Judicial, da a entender que la Corona, la
Jefatura del Estado, no es un poder tan simbólico como las elites políticas
quieren hacer creer a los ciudadanos.
Segunda, la
Casa de Borbón empieza rápido a preparar el relevo al frente de la Jefatura del
Estado. En una democracia la jerarquización social se debe basar en méritos o votos,
pero nunca en derechos hereditarios o cosas parecidas. La entrega del Toisón de
Oro a la princesa Leonor, me ha parecido un acto vergonzoso e inaceptable en
una democracia. Me ha recordado, la entrega del Premio Novel de la Paz al
expresidente Barack Obama, pues es difícil que una niña de 12 años, como
Leonor, pueda haber ya demostrado valores como el de excelencia, servicio y
lealtad.
Tercera, la Monarquía
es un anacronismo que impide el desarrollo democrático de España, pero a pesar
de ello, al proponer cambios es aconsejable recordar, la que yo considero la
mejor definición de un Rey, “Un Rey es alguien que nunca cae solo”. Recordemos,
por ejemplo, lo que ocurrió tras la caída de Alfonso XIII. Es evidente, que es
necesario abrir un debate sobre el rol que el rey Felipe VI debe jugar en un
Estado occidental, moderno y democrático, como es España. En una democracia el
mando supremo de las Fuerzas Armadas no debe recaer con carácter hereditario en
una familia, como si ocurre en España. Mando que no es reconocido a nivel internacional,
pues el rey Felipe VI, no tiene ni silla ni voz en organizaciones como la NATO.
Las elites políticas españolas deberían pedir al rey Felipe VI que renuncie a
ostentar dicho mando, como prudente paso previo a poder abrir un debate más
profundo sobre el papel Rey en la Estructura del Estado. “La esperanza es lo último
que se pierde”, no la perdamos todavía, el abuelo del rey Felipe VI, Juan de Borbón,
también recibió tan ilustre distinción.
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