La decisión del actual Gobierno
de Italia de no acoger a los 629
inmigrantes que se encuentran a bordo del barco Aquarius, rescatados en aguas de Libia el pasado domingo
por la noche, en una operación coordinada desde Roma y realizada por las ONG,s Médicos
Sin Fronteras y SOS Mediterranée, ha provocado una nueva crisis de inmigración en
la UE, concentrando la atención mediática,
y despertando elevados sentimientos humanitarios en sectores de las elites
dirigentes españolas. Curiosamente, el presidente de España, Pedro Sánchez, y el
Gobierno de Euskadi, uno de sus aliados
en la moción de censura, coinciden en su
preocupación por la situación de esos 629 inmigrantes que se encuentran a
cientos de millas, que no conocen y que
no corren ningún riesgo, y desean darles
ayuda desde las instituciones que gobiernan. Sánchez ha ofrecido que el
Aquarius desembarque los inmigrantes en el puerto de Valencia, y el lendakari Iñigo
Urkullo se ha apresurado a anunciar que está dispuesto a dar acogida al 10% de
los inmigrantes en el País Vasco, claro que no ha dicho si ello supondrá la
exigencia de alguna compensación por
parte del Gobierno de España, por ejemplo, algún tipo de subida en el cupo
vasco.”
Un viejo refrán afirma “Ojos
que no ven, corazón que no siente”, pero parece ser que ello no se cumple con algunos
sectores de las elites dirigentes
españolas, con personajes como Sánchez y Urkullo. En los centros de
internamiento de extranjeros hay inmigrantes privados de libertad; en las
fronteras de Ceuta y Melilla miles de inmigrantes viven en condiciones dramáticas
esperando poder cruzar algún día a España; miles de inmigrantes se encuentran
en campos de refugiados de Grecia y Turquía, esperando ser deportados a sus países
de origen; o sin ir muy lejos del Palacio de la Moncloa, en Madrid hay muchos
inmigrantes que no tienen trabajo y se tienen que dedicar a mendigar para poder
sobrevivir; pero ninguno de estos inmigrantes han tenido la suerte de provocar los sentimientos humanitarios que han provocado
los rescatados por el Aquarius, a pesar de que la vida de muchos de ellos es
bastante peor ¿Por qué?
Que el Gobierno de Italia,
formado por los fascistas de la Liga Norte y los comunistas del Movimiento 5
Estrellas, se haya negado a dar acogida precisamente a los inmigrantes que
viajan a bordo del Aquarius; la elevada cobertura mediática que está recibiendo
este asunto, a pesar de que los inmigrantes no corren ningún riesgo; la
rapidez con la que el presidente Sánchez ha reaccionado implicándose,
prefiriendo que España acoja a esos 629 inmigrantes que están a cientos de
millas que a otros que están a metros esperando cruzar a Ceuta y Melilla; el
hecho de que PNV y PSOE coincidan en su posicionamiento respeto a este tema; unido
a que muchos voceros mediáticos de la derecha española también están dando su
apoyo a la decisión de Sánchez, todo ello, me lleva a pensar que no estamos ante un hecho
casual sino ante una crisis provocada a través de un operación política planificada
a nivel europeo. Y ello conduce a la
pregunta de ¿Con que apoyos ha llegado realmente Sánchez a ser presidente?
La coalición de fascistas y
comunistas que gobierna Italia se ha negado a acoger a los inmigrantes
rescatados por el Aquarius, entonces, como la situación económico-laboral
española es mejor, como en España no hay pobres, ni desempleo, ni inmigrantes sin empleo, el Gobierno de
Sánchez saca pecho y se ofrece a recoger a unos inmigrantes que se encuentran a
varios cientos de millas. ¿Con que dinero los va a acoger? ¿Lo va a pagar el
PSOE, los van a acoger en las sedes del PSOE o en la mansión que el secretario
general de Podemos, Pablo Iglesias, tiene en Galapagar? La decisión de Sánchez es un
enorme error. Primero, porque los datos económicos y del mercado laboral
expresan claramente que España no tiene capacidad para absorber a corto plazo más
inmigración. En segundo lugar, porque como ocurrió con la ley de derechos y
libertades de extranjeros en España y la regularización de inmigrantes del Gobierno de Zapatero, con el mensaje “Ven para España,
Valencia ciudad de acogida” se incrementara el “efecto llamada”. Y en tercer
lugar, porque ello representa un claro desprecio hacia los sectores más desfavorecidos
de la sociedad española afectados por duros y continuos recortes en las políticas
sociales y los servicios públicos, decididos o aceptados por unas elites que
consideran que España debe abrir sus puertas a la inmigración.
Si la inmigración fuera un fenómeno
positivo, hace tiempo que todos los estados del mundo hubieran suprimido sus
fronteras, pero no lo es. La inmigración es causa de inseguridad, de conflictos sociales, y contribuye de diferentes formas a empeorar las
condiciones de vida y laborales de la sectores sociales menos pudiente de las
zonas de destino. Pero parece ser que el presidente Sánchez eso no lo entiende,
y a pesar de que los inmigrantes no le van a poder votar en las próximas elecciones generales, el
insiste en querer aumentar la población extranjera en España, lógicamente por
algo será, algún beneficio tiene que obtener de un posicionamiento
proinmigración que muy probablemente le reste votos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario