El pasado 23 de Mayo, el
secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, presento una moción de censura
contra el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Hoy, dos semanas después,
España tiene un nuevo Gobierno presidido por Pedro Sánchez. Sánchez ha logrado
ser investido presidente gracias a contar con el apoyo de un amplio espectro de
partidos, que ideológicamente tienen poco en común: Lógicamente, del PSOE; de los
comunistas, representados por Podemos; de los partidos nacionalistas catalanes
que han puesto en marcha el denominado proceso independentista catalán PDeCAT y
ERC; del PNV, partido que acababa de dar su apoyo a la aprobación de los Presupuestos
Generales del Estado del PP, entre otros. Los acontecimientos han evolucionado con una
rapidez ilógica, teniendo en cuenta que la iniciativa la llevaba el PSOE y el
PP tenía capacidad para retrasar dicha evolución, por ejemplo, retrasando la
presidenta del Congreso, Ana Pastor, del PP, la celebración del debate. Pero no
ha sido así, como otras veces en el pasado,
España ha transmitido la imagen de ser un país en el que se hace mucha política
entre bambalinas, y ello permite cosas como esta, un cambio de Gobierno, como
si se tratase del mismo partido, intentando así mandar a la opinión publica un mensaje de falsa continuidad, intentando
ocultar la situación de difícil gobernabilidad y alta inestabilidad que vive
España desde las elecciones generales del 2015 con la entrada en el mapa político
nacional de los denominados partidos emergentes,
Podemos y Ciudadanos.
Sánchez presento la moción de
censura contra Rajoy, argumentando que lo hacía por el contenido de la
sentencia del caso Gürtel, a través de la cual se daba a entender que el PP se había financiado durante años de
forma ilegal, la cual conoció la luz, el pasado 24 de Mayo. Si la sentencia
hubiera salido dos semanas antes, es difícil saber que hubiera ocurrido, tal
vez, Sánchez no se hubiera atrevido a presentar un moción sin tener el Gobierno
de Rajoy aprobados los Presupuestos para el 2018, o tal vez si y hoy estaría gobernando
con los Presupuestos del 2017 prorrogados, algo que todavía puede ocurrir si
las cosas se complican en el Senado, y son devueltos al Congreso. Pero,
seguramente por coincidencias de la vida, la Audiencia Nacional dio a conocer
la sentencia del caso Gürtel justo un día después de que el PNV diera su apoyo
a los presupuestos del Gobierno de Rajoy, permitiendo así que el PNV pasara de
dar su apoyo al PP, a cambio de salir beneficiado en los Presupuestos, a dárselo al PSOE, según Sánchez a cambio de
nada.
En contra de lo que era de
presagiar, el presidente Sánchez no ha incluido en su Gobierno a ningún miembro
de otra fuerza política. Ha aumentado el número de ministerios de 14 a 17, lo
que supondrá, lógicamente, mayor gasto público y obligara a una adaptación de los Presupuestos. De los 17, 10 serán
mujeres. Sánchez lo ha argumentado no defendiendo su preparación para los
cargos que han sido nombradas, sino afirmando que se debe a que el pasado 8-M, día
internacional de la mujer, España sufrió un cambio, no se a que se referirá, da
la impresión que solo se enteró él. Otro dato llamativo del nuevo Gobierno es
que dos de sus miembros, el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y la ministra de Justicia, Dolores Delgado, provienen de la Audiencia Nacional, teniendo en cuenta como se ha argumentado la moción, me parece algo
de muy mal gusto, y deja otra vez constancia de la elevada politización de la
justicia española. Dolores
Delgado, ya era conocida desde hace
tiempo como una fiscal progresista, muy próxima
al calificado como juez estrella, y expulsado de la carrera judicial, Baltasar Garzón,
pero ha entrado en política de forma inesperada, por sorpresa, sin haberse
presentado nunca a unas elecciones. Algo
parecido pasa con Grande-Marlaska, el
cual se ha dado a conocer ahora como un
muchacho socialista. El Gobierno de Sánchez está muy compensado, gente que lleva mucho tiempo en política con gente
más reciente como el, o que nunca se ha
presentado a unas elecciones. Es de destacar, que habiendo recibido el apoyo de
los independentistas catalanes, Sánchez haya nombrado como ministro de Asuntos Exteriores
a Josep Borrell, quien ha tomado mucho protagonismo en actos
de la Sociedad Civil Catalana. Por tener, el Gobierno de Sánchez, va a
tener incluso a un astronauta, Pedro Duque, como ministro de Ciencia, Innovación
y Universidades, no sé si lo ha nombrado por ser la persona más idónea de su
entorno para ese cargo o porque intentara tomar junto a Iglesias el cielo por
asalto, claro que para ello necesitaran el apoyo de la NASA.
El PSPV y Compromìs, firmaron el Acuerdo
del Botánico, al que luego se unió Podemos a través de un anexo, para que Ximo Puig fuera nombrado
presidente. En Castilla la Mancha, el presidente
Emiliano García-Page firmo un acuerdo
con Podemos, permitiendo su entrada en el Gobierno, para poder aprobar los
Presupuestos del 2017 y poder así seguir gobernando. En el 2016 el propio Sánchez
firmo un acuerdo con Ciudadanos, que implicaba la aprobación de 200 medidas,
a cambio de darle su apoyo en la
investidura que luego perdería. Rajoy
logro ser investido presidente gracias a un acuerdo
del PP también con Ciudadanos que implicaba la aprobación de 100 medias. En
enero de 2016 el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, exigió a Sánchez la mitad del Gobierno a
cambio de darle su apoyo. Lo normal en política es eso, que los apoyos, incluso
entre partidos ideológicamente afines, se den a cambio de un acuerdo, que
implique concesiones de algún tipo, en forma de cargos, en forma de políticas,
o reflejadas en los Presupuestos, como fue el caso del apoyo del PNV al
Gobierno de Rajoy. Que Sánchez haya logrado apoyos a su moción de otros partidos distintos al suyo, y en
concreto de Podemos, sin llegar a acuerdos, incluso después de darse a conocer su Gobierno
en el que en principio no hay representantes de otros partidos, es poco creíble.
Iglesias, que representa después del PSOE la fuerza política más importante que
ha apoyado a Sánchez, no le ha dado su apoyo a cambio de nada, sino muy
probablemente a cambio de mucho. Ese mucho, el presidente Sánchez no lo quiere dar
a conocer, porque provocaría rechazo entre sus propias filas o quiere materializarlo
recurriendo a la táctica del presidente Page,
es decir, ha pactado con Podemos permitir su entrada en el Gobierno de España
en el momento oportuno, cuando pueda justificarla ante su partido. No sé cuáles serán los objetivos
del presidente Sánchez, pronto los conoceremos, pero me atrevería a hacerle una
recomendación: “La paella mucho mejor que el solomillo de vaca gallega”.
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