Frente a todo pronóstico,
Pedro Sánchez, ha tomado hoy posesión de su cargo de presidente del Gobierno de
España. Lo ha hecho gracias a una clara alianza con el comunismo internacional,
representado en España, por Podemos. Después de 40 años de democracia Sánchez
ha resucitado el histórico Frente Popular, ha resucitado a uno de los
principales actores responsables de la Guerra Civil.
Con el nombramiento de Sánchez
como presidente, apoyado por un Pablo Iglesias que recientemente ha trasladado
su residencia a una lujosa mansión de una de las zonas más caras de la sierra
de Madrid, supongo que para así acercarse, como mínimo físicamente, a la
Zarzuela y la Moncloa, España vuelve a disponer de todos los elementos que
provocaron la Guerra Civil: Monarquía, Frente Popular, conflictos territoriales,
los militares participando de forma pública en la vida política, como es el
caso del general y Ex JEMAD, Julio Rodríguez, actualmente uno de los principales dirigentes de Podemos.
Conflictos territoriales, pues
por mucho que se diga lo contrario, no hay normalidad constitucional en
Cataluña. En Cataluña vuelven a gobernar los mismos que convocaron el referéndum
del 1-O, el cual dio lugar a un despliegue policial y una actuación violenta de
la Policía sin precedentes desde la Guerra Civil; vuelven a gobernar los mismos
que declararon la independencia provocando la aplicación del artículo 155 de la
Constitución por el Gobierno de España y dando lugar a la apertura de numerosos
casos judiciales; vuelven a gobernar los mismos que quieren que Cataluña tenga categoría de Estado, sin
enfrentarse a los poderes del Estado español, ni romper los vínculos con sus
elites, es decir, vuelven a gobernar Cataluña los que reivindican una
bilateralidad a la que se oponen el
resto de comunidades autónomas, incluido Euskadi, incluido el PNV que ha favorecido
el nombramiento de Sánchez.
EL nombramiento de Sánchez
representa dos grandes victorias. La
primera, lógicamente, individual, del propio Sanchez, claro que también es
cierto que a veces hay victorias que es mejor no lograr. La segunda, colectiva,
del comunismo internacional, o sea, de Podemos. Pero también hay perdedores, entre
los que no incluyo al PP. El PP, después de haber gobernado en entorno a siete
años se va con las alforjas muy llenas, y con suficiente poder y capacidad para
situar bien a su gente fuera del Gobierno. El principal perdedor es Ciudadanos,
que después de coquetear con los dos principales partidos de dimensión nacional,
PP y PSOE, se ha quedado para vestir santos, lo cual es prematuro saber cómo le
resultara. Otro gran perdedor es el PSOE, pues si fracasa la gestión de Sánchez,
lo que es muy probable debido a su debilidad real, solo cuenta con 84
diputados, y los condicionamientos de
sus apoyos, en concreto de Podemos, ello provocara que reduzca todavía más su
respaldo electoral.
Con el nombramiento de Sánchez,
el Gobierno de España pasa a estar dirigido de forma clara desde Moscú. Así,
Rusia vuelve a influir en la política internacional no mediáticamente,
personalmente a través de su gente, intentando desestabilizar las democracias
occidentales, en este caso, España, en beneficio de sus intereses exteriores. Sánchez
ha metido al enemigo, el comunismo internacional representado por Podemos, en la Moncloa, algo que indiscutiblemente se
va a notar. Ahora sí, ahora si con un Gobierno dirigido desde Moscú los
españoles van a tener razones para estar indignados. Sánchez traidor, renuncia
al cargo.
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