En poco más de dos meses, desde que el Gobierno de Sánchez
declaro el estado de alarma el pasado 14 de marzo, muchos ciudadanos han visto
como su vida cambiaba totalmente. Con una aplicación muy dura y de forma clara inconstitucional del estado de alarma, el
presidente Sánchez ha privado a muchos ciudadanos de derechos constitucionales,
como son el derecho a trabajar, el derecho a la libre circulación, el derecho a
elegir centro sanitario, médico y tratamiento, etc, etc, etc. Muchos ciudadanos han sido obligados a cerrar
sus negocios; otros, en el mejor de los
casos han dejado de trabajar debido a ser objeto de un expediente de regulación
temporal de empleo, otros han sido ya simplemente despedidos. Algunos, cuya
actividad laboral se desarrollaba en la economía sumergida, o que se
encontraban en una situación laboral de tránsito, por ejemplo, como demandantes
de empleo, se han quedado sin ingresos o sin suficientes ingresos y han
tenido que recurrir a la caridad de diferentes actores para poder sobrevivir.
Desde de la declaración del estado de alarma, el Gobierno
ha disfrutado de un amplio apoyo mediático para difundir y fortalecer su
discurso. Un discurso, en el que se pueden distinguir dos claros objetivos.
Uno, generar conformismo y resignación en la sociedad. Y dos, crear en la sociedad
una actitud derrotista frente a la enfermedad causada por el virus de origen
chino, tipo covid-19. Para crear conformismo y resignación el Gobierno está
transmitiendo de forma continua mensajes claros del tipo “No dejaremos que nadie se quede atrás”, y
otros , como el de “El Estado pagara todo”, a través de la aplicación de
medidas, por ejemplo, permitiendo una aplicación generalizada de los
expedientes de regulación de empleo, una
medida creada para salvar con carácter extraordinario alguna empresa;
prometiendo la aprobación de un ingreso mínimo vital, mediante beneficios
fiscales para las empresas, etc. Una actitud derrotista que el Gobierno,
apoyado por expertos ideológicamente afines, o con los mismos intereses, y medios de comunicación impulsa con mensajes insistentes y repetitivos
del estilo, no hay vacuna, ni tratamiento , ni los habrá a corto plazo, los
ciudadanos deben cambiar de estilo de vida, de costumbres, etc. Imponiendo el absurdo
esnobismo de la distancia de seguridad, concepto que de respectarse, impide las relaciones sociales, impide
actividades laborales, deportivas y de ocio colectivas, disminuye de forma notable la actividad económica,
y aumenta las desigualdades sociales, al
poder disfrutar de determinados servicios solo personas con muy alto poder
adquisitivo.
Está claro, es indiscutible, el Gobierno de Sánchez, primero favoreció la creación
de un ambiente de enfermedad causado por el covid-19 y ahora quiere utilizar el
miedo al virus como instrumento de control social. Quiere utilizar la situación
creada para justificar represión y encubrir violaciones de los derechos humanos,
cuando no asesinatos. Si asesinatos, muchos ciudadanos mueren sin que se
investiguen realmente las causas, ¿Cómo se
ha contagiado? ¿Ha recibido el tratamiento adecuado del personal sanitario? Si
la crisis
sanitaria causada por listeriosis en Andalucía, que tuvo lugar el pasado año, hubiera coincidido con la
actual crisis, seguramente se atribuiría como causa de la enfermedad y muertes,
el coronavirus. Es decir, el Gobierno de Sánchez, fundamentalmente, al declarar
el estado de alarma, ha creado un
ambiente en el que el coronavirus sirve de justificación para todo, sin que se
permita ni discutir, ni investigar, si
ha habido otra causa principal de las muertes distintas a la del covid-19
durante la crisis.
Desde la declaración del estado de alarma el discurso y muchas de las medidas del Gobierno han estado destinadas a
crear conformismo, resignación y derrotismo en la sociedad. El Gobierno de
Sánchez está imponiendo y proponiendo cambios en la sociedad que, además de ser
claramente contradictorios, como el de mantener distancia de seguridad y la vez
querer permitir competiciones de deportes colectivos, discriminan y perjudican
de forma importante a los sectores más desfavorecidos
de la sociedad. El Gobierno de Sánchez no está teniendo éxito a la hora de
imponer que se respecte la distancia
de seguridad, pero sus medias van en el camino de aumentar la distancia social,
las diferencias sociales entre clases. Muchas de las propuestas del Gobierno
para el verano, como las destinadas a piscinas y playas, de confirmarse, van camino de incrementar los
negativos efectos de la desigualdad sobre la vida de los ciudadanos. Dicho de
forma resumida, la propuesta del Gobierno de Sánchez para el verano es la de “Los pobres que se cuezan en sus casas, y los
ricos que disfruten en sus segundas viviendas, en la costa, en el campo, a pie
de playa o con piscina”. Está claro que el Gobierno de Sánchez quiere mantener
latente al amenaza del virus chino para justificar represión y encubrir
violaciones de los derechos humanos, pero ello, el futuro lo confirmara, es
incompatible con la reactivación de una economía
capitalista basada en el consumo de masas. Estamos ante una amenaza global,
como lo fue la Segunda Guerra Mundial, y como entonces, que había dos grupos,
claramente identificados, nazis y
aliados, hoy también hay dos grupos. Uno, que amenaza y ataca, constituido por
el virus y aquellos que los utilizan para justificar represión y violaciones de
los derechos humanos y otro, el de los que sufren sus consecuencias, y todavía
permanecen pacientes y pasivos, tal vez, esperando que el caluroso verano cambie o caliente el ambiente.
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