martes, 31 de marzo de 2020

COVID-19 ¿INEVITABLE O FALTA DE DISUASIÓN?


A diferencia de lo que ocurrió con la epidemia de la Gripe Española de 1918, la actual epidemia del covid-19 tiene lugar en  sociedades abiertas, con unos niveles de interconexiones entre ellas y entre los ciudadanos sin precedentes en la historia. Los medios de comunicación han dejado de ser los únicos que transmiten  información, en forma de noticias,  a los ciudadanos. Las informaciones fluyen, principalmente,  gracias a Internet, de fuentes muy diversas; públicas  o privadas; con identidad política o civiles; expertas, de aficionados o de simples ciudadanos que desean dar a conocer su opinión. En sociedades de este tipo, con una enorme fluidez de información, los hechos son muy difíciles de ocular a la opinión pública, como mucho, desde el poder, aquellos que gobiernan, pueden intentar manipular la interpretación, buscar que los ciudadanos tengan una y no otra interpretación, la interpretación oficial, de esos hechos. Para ello, se repiten una y otra vez discursos favorables a la interpretación oficial que se desea, y se niegan y se desacreditan los contrarios. Y sobre todo, se recurre al conocido fenómeno definido por Noelle-Neumann, la espiral del silencio.

Para intentar evadirme de la dura actualidad, y evitar sus efectos, he comenzado a leer un ensayo de historia, “Postguerra. Una historia de Europa desde 1945”, de Tony Judt. En este ensayo, por cierto, muy ameno,  el autor, recurre a la cita “Hechos, mi querido muchacho, hechos”,  de Harold Macmilan, primer ministro de Reino Unido (1957 a 1963). Una cita que considero muy apropiada para los momentos actuales, lo importante siempre son los hechos, y como los hechos cada día son mas difíciles de ocultar o negar, entre las elites dirigentes se ha puesto de moda calificarlos de inevitables. Hechos inevitables, como la inmigración, la entrada de refugiados, el terrorismo islamista, los nuevos virus, etc.  Ayer nos transmitían que las sociedades occidentales debían vivir bajo la amenaza del terrorismo islamista, por ser inevitable. Hoy se nos dice que fue inevitable que los parásitos chinos se propagaran por las democracias occidentales; que es inevitable parar la economía, imponer confinamientos  y obligar a  los ciudadanos a que se encierren en sus casas. Aún más, algunos científicos y expertos en sanidad ya empiezan a transmitir el mensaje de que las sociedades deberán acostumbrarse a vivir con la amenaza de los parásitos chinos, del covid-19.

El siglo XXI es el siglo de los hechos inevitables. La lucha se da por perdida; entre las actuales elites políticas occidentales parece ser que hay un mayoritario  consenso favorable a la línea de pensamiento de que no hay que dedicar esfuerzos ni adoptar medidas para evitar que se produzcan determinados hechos claramente perjudiciales, sino buscar que la sociedad los acepte como  inevitables, cuando no,  incluso favorecer que se produzcan, pero eso es otra historia. Hechos inevitables, como los atentados del terrorismo islamista o los virus asesinos chinos, el covid-19, que generan miedos en nuestras sociedades llevando a mínimos la confianza, y por tanto la cooperación entre ciudadanos, entre generaciones, entre actores políticos y empresariales y entre naciones.

Lo importante son los hechos. El covid-19 surgió, por ahora de forma científicamente inexplicable, en China. De forma científicamente inexplicable se propago por territorio europeo, entrando a través de Italia, a pesar que ese país no es de los países europeos que tienen un mayor volumen de circulación de personas con China. Y también de forma inexplicable el coronavirus está atacando de forma más virulenta a países desarrollados occidentales que al país en el que surgió, China,  o fronterizos, los cuales tienen peores sistemas sanitarios que los occidentales.

Vivimos en sociedades abiertas, en las que por diferentes razones, fluye propaganda de todo tipo, ello nos permite identificar claros indicios que llevan a pensar que numerosos actores políticos y civiles sabían que la pandemia del coronavirus se iba a producir justo ahora. En el 2002, cuando Estados Unidos, acusaba en Naciones Unidas a Irak de tener armas de destrucción masiva, y pedía una intervención militar para derrocar al Régimen de Sadam  Husein, por no permitir la actuación de los inspectores de la ONU, se produjo la crisis del SARS. Ahora en un momento de elevadas tensiones entre el Mundo occidental y actores de la órbita de China, debidas entre otras, a las sanciones a Rusia por el anexionarse Crimea, ruptura del acuerdo nuclear con Irán, cambios en la política comercial de Estados Unidos con China, etc, resulta que un virus vuelve a mutar en China y ataca virulentamente las principales democracias occidentales, obligando a reducir la actividad económica y causando una crisis mundial que ya se considera que será peor que la Gran Depresión del 29. Todo conduce a sospechar que las armas de destrucción masiva estaban en China, y  que la actual crisis no es fruto de algo inevitable sino de la falta de la adecuada disuasión.

Los parásitos chinos, el covid-19, esta asesinando a muchas personas con edad avanzada y con otras patologías, inexplicablemente incluso a personas que disfrutaban de una perfecta salud. La utilización que están haciendo de los parásitos chinos, del covid-19, es inmoral, aberrante y detestable. La solución nunca puede ser más costosa que el problema. No se puede permitir que la amenaza de un parásito chino cambie nuestro estilo de vida, nuestro modelo social, político y económico, las democracias occidentales deben reaccionar. El mundo pago muy caro el 11-S, se pagara muy caro esto. Por favor, que alguien releve a los que están al mando.

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