Hace unos días el periódico francés Le Monde público un
editorial titulado “En Cataluña, la política de lo peor” muy crítico con el proceso independentista
catalán, declarándose a favor de unas elecciones autonómicas como solución a la
actual crisis política que sufre Cataluña. Es importante resaltar que el
proceso independentista está siendo seguido en Francia, tanto a nivel
periodístico como político, con un extraño elevado interés. Elevado
interés, ilógico, al tratarse de un
asunto que no afecta de forma directa a la política francesa. El periódico
acusaba a Puigdemont de tener poco respecto por la democracia, y de haber
provocado la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Consideraba que el
independentismo únicamente vende ilusión, y auguraba que Puigdemont declarara
la independencia, es decir, que le dará algún tipo de consistencia jurídica. En
mi opinión, el independentismo más que vender ilusión, manipula a la sociedad
catalana proponiendo unos objetivos que
no desea alcanzar.
El periodismo es considerado ya desde el siglo XIX un
cuarto poder, ello ha provocado que una de las principales características del
periodismo de nuestra época, sobre todo,
a la hora de tratar temas importantes, sea que busque más manipular que informar. Los actuales medios
de comunicación tienen tendencia a exagerar y distorsionar todo, y en concreto,
hechos políticos, con el fin de canalizar la opinión publica en un sentido u
otro. El proceso independentista catalán apoyándose en los medios de
comunicación, no solo catalanes sino también en aquellos que son de dimensión
nacional, está manipulando a la sociedad catalana, proponiendo unos objetivos,
que no son simples ilusiones irrealizables, sino que no desea alcanzar. El
nacionalismo catalán, tanto independentistas como no independentistas, desea que le sean reconocidos derechos de
Estado, entre otros, tener una Hacienda Publica propia; un Poder
Judicial propio; y tener una relación de bilateralidad con el Gobierno de
España, sin llegar a meta, sin pagar el precio por convertiste en un Estado
soberano e independiente. Pero no solamente eso ha impulsado el proceso
independentista. Detrás de este se percibe también la mano de los monárquicos,
alimentando el proceso independista con el objeto de crear una situación
política y social en Cataluña que
permita que la Corona pueda hacer una demostración de poder, recurriendo a los
militares, fortaleciendo así el rol que el rey Felipe VI juega en la sociedad
española. Es decir, monárquicos, el conjunto de familias que se benefician de
que Felipe VI ostente la Jefatura del Estado y sectores independentistas van de
la mano en este asunto. Intereses comunes, han llevado a la Corona y a sectores
independentistas catalanes a crear la actual crisis política de Cataluña.
Es cierto que a veces se producen coincidencias que tienen
muy baja probabilidad de producirse. En política, dichas coincidencias siempre
son sospechosas de la existencia de pactos oscuros, y por tanto, deben ser
analizadas en profundidad. En una España con un mapa político muy fragmentado,
resulta que el Partido Popular tiene mayoría absoluta en el Senado, lo que da a
entender que hay un sector de la sociedad española que ha votado a un partido
de izquierdas al Congreso, incluido a Podemos, y luego a la hora de elegir senador,
ha votado al PP.
Los medios de comunicación, con una clara intención
manipuladora, están dando gran importancia a la tramitación y aprobación del
155 en la Cámara Alta, cuando está claro que no la tiene. Pues, será el PP, al
tener mayoría absoluta en el Senado, el que decida si sé interviene o no
Cataluña y con qué medidas. Medidas, que luego podrá aprobar en el Congreso por
decreto, evitando el debate político. Si lo que está ocurriendo en Cataluña
hubiera ocurrido con un Senado muy fragmentado, en el que el PP no tuviera
mayoría absoluta, seguramente, las cosas hubieran evolucionado de forma
diferente, el Gobierno hubiera tenido que negociar de forma transparente, ante
la opinión pública, con debate, las medidas a adoptar con la aplicación del
artículo 155 de la Constitución y también debería negociar las personas que van
a tomar el poder en Cataluña sin pasar por las urnas. Pero, el destino u otras
razones no han querido que fuera así. Y por tanto, el Partido Popular, se va a
hacer con el control de la gestión política de la Administración autonómica de
un territorio en el que su respaldo social es mínimo, concretamente, 8
diputados autonómicos. Al aplicarse el 155 los ciudadanos españoles que
viven en Cataluña pasaran a ser ciudadanos de segunda, carentes de derechos
políticos. Miembros y simpatizantes del partido más corrupto de Europa, el
Partido Popular, pasaran a ejercerlos por ellos. ¿Exigirán responsabilidades a
los líderes políticos que han provocado que los pierdan?
Ahora sí, la proceso independentista ha llegado a su fin,
el acto final será la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Al
aplicarse el 155 se abre un nuevo periodo para Cataluña, con preocupantes
incógnitas: ¿Cuándo tiempo estará suspendida la autonomía de Cataluña? ¿A qué
personas pondrá el PP al frente de las instituciones políticas de Cataluña
careciendo estos de legitimidad democrática?
¿Le darán algún cargo al líder
del PP en Cataluña, García Albiol? Y la
más preocupante, al convocarse nuevas elecciones ¿Cuál será el nuevo mapa
político? ¿Pasara el comunismo internacional, es decir, Podemos y sus
satélites, a gobernar Cataluña? El futuro es incierto, y ante esta situación,
algún académico vivo de la RAE debería
explicar a muchos políticos españoles que el interés general no es el interés
de los generalas, es decir, no es el interés de aquellos que controlan la
fuerza del Estado, en el caso de España la Corona, sino el interés del pueblo, definido en una
democracia por la regla de la mayoría, aplicada está respectando los derechos
de las minorías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario