Agotando al máximo el plazo, como
el que desea alargar la fiesta lo máximo posible, el presidente Puigdemont ha
vuelto a contestar con ambigüedad al segundo requerimiento del Gobierno de
España sobre si había o no declarado la independencia. Puigdemont sigue en su
rol de Pilatos. Así, en su carta afirma que el pueblo de Cataluña decidió la
independencia en el referéndum celebrado el 1 de Octubre. Y que en la sesión celebrada
en el Parlamento el pasado 10, para valorar los resultados del referéndum, él
decidió dejar en suspenso los efectos de dicho mandato popular. Es decir, según
Puigdemont, el pueblo de Cataluña ha
decidido ejecutar a Jesucristo, declarar la independencia, y él está retrasando
la aplicación de dicha sentencia.
Como bien relata la Biblia, la injusticia y el error no fue cometido por
el pueblo judío, el cual por aclamación popular decidió liberar a uno de los
suyos, Barrabas, y ejecutar a Jesús,
alguien al que la gran mayoría desconocía, sino por Pilatos, al dar opción a tal decisión. El proceso
independentista ha avanzado hasta el punto en que se encuentra porque así lo
han decidido sectores de las elites dirigentes de Cataluña. La gran mayoría del
pueblo de Cataluña no sabe porque se reivindica la independencia, ni porque se
hace ahora, ni cuáles serán sus consecuencias. Puigdemont quiere la independencia,
pero no deja claro que reivindica con ella, pues está evitando el choque con
los poderes del Estado. ¿Si Puigdemont no quiere el choque con los poderes del
Estado, contra quien va la independencia? Extraña obra teatral, en la que da la
impresión que se realizan escenificaciones destinadas a reivindicar intereses
ocultos, que nada tienen que ver con el interés general de los catalanes.
Como toda obra teatral, esta también
se agota aunque sus protagonistas deseen alargarla. Cada vez resulta más difícil
introducir nuevos actos, el
independentismo pierde apoyos y los que siguen firmes, exigen ya algún tipo de
desenlace. Puigdemont ha propuesto dos
nuevos meses de dialogo, algo totalmente absurdo, pues sobre lo que no se ha
podido dialogar en años difícilmente se
va a poder resolver con unos días más. El Gobierno de España ha dicho que va a
aplicar el artículo 155 de la Constitución para intervenir la comunidad de
Cataluña, algo que todavía no se conoce que representara, pero que a groso modo
vendrá a decir que Cataluña va a pasar a estar gobernada desde Madrid, es
decir, por el Gobierno central, por un periodo todavía por determinar. Algo, en
mi opinión, totalmente acertado, por dos razones. Primera, porque detrás del
proceso independentista veo la mano invisible de los monárquicos españoles,
buscando que la situación política y social de Cataluña se complique todavía más,
exigiendo soluciones más drásticas, permitiendo así que Felipe VI pueda hacer
una demostración de poder sometiendo al pueblo catalán recurriendo a los
militares. Segunda, porque la crisis catalana aunque inexplicablemente no está
afectando a la Bolsa está afectando negativamente a la economía y el mercado
laboral. Pensar que el hundimiento de la economía catalana no va a afectar de
forma negativa al resto de España es ingenuo. Cataluña es un motor importante
de la economía española, en torno al 20% de su PIB, su ralentización afectara lógicamente
también otras zonas de España.
En política no hay nada peor
que un partido con un solución para un problema que no existe, pues tarde o
temprano, deseara provocar dicho problema para surgir como el salvador de la
sociedad, único capaz de solucionarlo. Da la impresión de que esto es lo que está
pasando en Cataluña. Se ha generado un problema para aplicar una solución previamente
definida por concretos sectores sociales. En una España con una elevada corrupción
política, en la que hay terrorismo de Estado, en la que se cometen flagrantes y
sistemáticas violaciones de los derechos
humanos, anulándose para ello el Estado de Derecho, sectores de las elites políticas
dicen que la crisis catalana es difícil de resolver dentro de la legalidad
vigente. Algo que representa un insulto a la inteligencia de los españoles, con
el que da la impresión de que, por un lado, se busca favorecer que el problema
siga engordando, para que se pueda aplicar la solución que tienen en mente
algunos dirigentes politicos, y por el otro, dar apariencia de legalidad. Manipuladora
apariencia de legalidad que justifique la intensificación de la represión contra
la sociedad catalana ante la opinión pública nacional e internacional: Sí,
invadimos Cataluña pero para garantizar el cumplimiento de las leyes.
La crisis de Cataluña está
haciendo resurgir en España voces despóticas y fascistas, deseosas de recurrir
al único lenguaje que saben hablar, la violencia. Y lo grave no es eso, sino
que es Puigdemont el que les está dando voz, provocando una situación a la que
las elites burguesas independentistas catalanas no están dispuestas a hacerle
frente. Y es lógico, viven muy bien, y en el monte no hay alfombras, pero
entonces ¿Para que la provocan, para humillar a los ciudadanos, para que los
ciudadanos catalanes pierdan su dignidad sometidos por el fascismo borbónico?
Hoy en Bruselas se celebra un Consejo Europeo para hablar mucho de libre comercio,
pero nada de la que parece ser la crisis
más importante que hay en la UE, la crisis de Cataluña. El presidente Rajoy
aprovechara para explicar siempre que tenga oportunidad, en conversaciones
informales, la apariencia de legalidad
con la que intenta resolver el asunto de Cataluña. La UE no quiere saber
nada de la crisis catalana, pero insisto, que nadie se llame a engaño, si el
fascismo borbónico pega un solo tiro en Cataluña el asunto se internacionalizara
de forma importante. Y no lo olvidemos, las principales joyas de la economía española
tienen importantes intereses fuera.
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