El Gobierno de España ha
pedido al Senado que aplique el artículo 155 de la Constitución al fin de
aplicar medidas para frenar el proceso independentista de Cataluña. La aplicación
de dicho artículo representara el cese inmediato de los miembros del actual
Gobierno de la Generalitat de Cataluña,
presidente, vicepresidente y consejeros, y el Gobierno de España pasara a tomar
el control total de la Administración autonómica de Cataluña. A la vez, el
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se compromete a convocar elecciones autonómicas
en Cataluña en el plazo de seis meses.
El senador Cleries I González,
portavoz en el Senado de PDECAT, ha dicho que hoy España ha vuelto al 75. Yo
creo que todavía algo peor. En el 75 las elites dirigentes de la dictadura querían que España avanzara hacia la democratización
política y su integración internacional, europea y en organizaciones como, por
ejemplo, la OTAN. Hoy por el contrario, el Gobierno de España, pidiendo la intervención
de Cataluña ha dado a conocer al mundo que va hacia atrás, que se ha producido
una involución ideológica, que en España las elites vuelven a recurrir a formas
de actuar despóticas, tiránicas, fascistas justificadas en una situación política
y social que sutilmente han provocado,
para dar apariencia de legalidad a lo
que no es otra cosa que puro fascismo.
El presidente Rajoy, en su intervención
para dar a conocer la aplicación del 155, ha dicho: “Viendo cómo han
evolucionado los acontecimientos tengo la convicción de que querían que se
aplicara el 155”. Y en parte tiene razón. La evolución de los acontecimientos da
a entender que la actual situación política de Cataluña ha sido provocada para
poder someter a la sociedad catalana privándola
de derechos políticos, como mínimo durante seis meses. Sin lugar a dudas, la situación de Cataluña ha
sido provocada por las elites monárquicas, o sea, la Corona, en complicidad con
sectores nacionalistas para poder anular la democracia en esa comunidad,
buscando la Corona hacer una demostración de poder. Demostración de poder que
no creo que acabe con la simple aplicación del 155, es decir, con actuaciones
simplemente políticas, sino que los monárquicos buscaran que la situación evolucione hasta justificar la actuación
de la fuerza de los militares en Cataluña.
La imperfecta democracia
española, puesta en numerosas ocasiones en entredicho, al producirse terrorismo
de Estado e impunes, flagrantes y sistemáticas violaciones de los Derechos Humanos; puesta en
entredicho al comportarse, en numerosas ocasiones, el Poder Judicial como un
instrumento represor al servicio de las elites, no ha podido ya seguir más
ocultando los instintos fascistas de sectores de sus elites dirigentes. El pasado 1-O, aprovechando la realización del referéndum de autodeterminación celebrado
en Cataluña se recurrió a la violencia policial para atacar de forma indiscriminada
e innecesaria a humildes ciudadanos carentes de responsabilidades políticas,
cuyo único delito había sido el haberse dejado guiar por equivocados líderes.
Hoy, los mismos instintos llevan a la suspensión de la democracia en Cataluña,
a la privación de derechos políticos, por seis meses.
Que no se me entienda mal, no
estoy criticando la actuación del Gobierno, seguramente la aplicación del 155
sea un mal menor, necesario, para
Cataluña y para España, sino la actuación de las elites fascistas, monárquicas y
sus cómplices en el nacionalismo catalán, que han provocado y favorecido que la
situación política de Cataluña evolucionara hasta ser la que hoy es. Los diferentes
Poderes del Estado podían haber actuado antes para frenar el proceso
independentista de Cataluña, pero no han querido. Sin ser experto en leyes, en
el Código Penal, recurriendo al concepto de Seguridad Nacional, tiene que haber
numerosos artículos que permitirán actuar con el peso de la ley contra las
elites independentistas catalanas, pero no lo han hecho, querían que el proceso
evolucionara, y seguramente todavía quieran que evolucione más para justificar
acciones fascistas, anulando la democracia en Cataluña.
El comportamiento de las
elites independentistas de Cataluña, y en concreto, del presidente Puigdemont,
ha sido insensato, irresponsable y cobarde. Querían más poder político y han
pasado a perder el que tenían. De decidir, lo que consideraban poco, han pasado
a no decidir nada, ¿Y todo para qué?. Han provocado una situación de elevada represión,
a la que no quieren hacer frente, dejando a su pueblo a los pies de los
caballos del fascismo borbónico, privado de dignidad sometido pasivamente a la
violencia de los gorilas al servicio de los intereses monárquicos. Puigdemont
ya solo se mueve en el cubo de la basura de los deshechos de la historia, si
aún le queda un mínimo de dignidad política debería dimitir antes de que el Gobierno
lo cese. El fascismo borbónico es fuerte, pero no temamos, hace tiempo que el
mundo, tanto en paz como en guerra, no se
rige por las reglas del Ruby. El fascismo borbónico es fuerte, pero más fuerte
era la Corona en los 30 del pasado siglo y el rey Alfonso XIII tuvo que
abandonar el poder, e irse al exilio.
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