En el Mundo
occidental hemos vivido décadas preocupados
por la amenaza nuclear, pero ha sido un agente biológico de origen chino, el covid19 el que nos ha puesto en jaque, provocando enfermedad, muertes y alterando nuestra forma tradicional de vida. Aquí,
en España, desde el pasado 15 de marzo (15-M), con la entrada en vigor del
estado de alarma declarado por el Gobierno de Sánchez, la sociedad ha pasado a
vivir en un país que podríamos definir como Made in China: Por nuestra sociedad
se propaga un virus identificado como de origen chino, lo que quiere decir algo
de Perogrullo, que solo pudo salir de China, y el Gobierno ha adoptado medidas sin
precedentes, como el confinamiento de personas sanas, un uso habitual de
mascarillas y el distanciamiento social, adoptadas por primera vez en el mundo
por el Régimen comunista chino. Está claro, que China está utilizando su influencia
sobre la Organización Mundial de la Salud,
y sus relaciones exteriores, su influencia sobre algunos gobiernos
occidentales, para poner de moda sus medidas represivas, de discutida legalidad
en las democracias occidentales, como es el aislamiento de personas sanas, en las que no
se ha diagnosticado la enfermedad, para
que estas no se puedan contagiar.
El Gobierno de Sánchez se ha atrevido a imponer en España
medidas que no se habían impuesto en ningún país desde que se descubrió el
tratamiento para curar la lepra y que las elites dirigentes españolas no se habían
atrevido a imponer para combatir el dañino VIH, es decir, la enfermedad del
sida, aun en nuestra sociedad. Recordemos como hemos llegado a la actual situación
Made in Cina: El pasado 24 de enero, el Gobierno del Régimen comunista chino,
puso en cuarentena varias ciudades, por una epidemia de coronavirus, por
ejemplo, aisló la ciudad de Wuhan, de 11 millones de habitantes. Pero hoy
sabemos, que a pesar de ello el virus logro seguir saliendo de China propagándose
por los países occidentales y el resto del mundo. El 30 de enero, la Organización
Mundial de la Salud, declara la emergencia sanitaria internacional por
covid-19, pero no recomienda el cierre de fronteras, lo que favorece que el
virus siga saliendo de China hacia Europa y otros países del mundo. El 31 de
enero, Estados Unidos veta la entrada en dicho país de ciudadanos que hayan estado
recientemente en China. En la Unión Europea se sigue sin tomar ninguna medida
al respecto, favoreciendo que el virus siga entrando en su territorio. El 11 de
marzo, Estados
Unidos cierra sus fronteras con varios países de la UE, acusando a la UE de
servir de puente para favorecer la entrada del covid-19 en dicho país. El 14 de
marzo, la
Unión Europea emite un comunicado desaprobando el cierre de fronteras y
criticando las medidas adoptadas por el Gobierno de los Estados Unidos. El 14
de marzo, el Gobierno de España declara el estado de alarma. El 17 de marzo, la
UE decide cerrar sus fronteras exteriores. El 22 de marzo, el Gobierno de España
decide restringir la entada en España, imponiendo controles en las fronteras
con países de la UE. Y así estamos.
Declarada la emergencia sanitaria internacional por la OMS,
la Unión Europea tardo más de un mes y medio
en cerrar sus fronteras
exteriores a la entada del virus. Hasta ahora, Italia había aportado al Occidente contemporáneo cosas como la Mafia y el Fascismo, ahora
también el covid-19, pues ha sido el principal país puente de entrada y
propagación del virus chino en el Mundo occidental, hacia países europeos
y Estados Unidos. Seguro que el resto de
democracias occidentales se lo sabrán
agradecer. Lo mismo el Gobierno de España, que no impuso controles en
las fronteras hasta que era evidente que el virus se había propagado por todo
el país, el 22 de marzo.
Un virus chino nos ha puesto en jaque. Sin entrar a valorar
como ha podido surgir el covid-19 y provocar una pandemia mundial, todavía en
estudio, no siendo descartable la hipótesis de bioterrorismo con origen en
China, es indiscutible que nos encontramos en un ambiente de guerra biológica
provocado por un microorganismo que causa enfermedad en el hombre, según los
expertos, un virus de origen chino
denominado covid-19. También es indiscutible, que tanto a nivel europeo como
español se han tomado medidas que han favorecido la propagación del virus, y
que deben ser analizadas, valoradas, juzgadas, y deben conducir a la sociedad
española a reflexionar sobre quiénes son los responsables de lo que está
pasando y decidir en consecuencia.
En el presente siglo, una nueva generación de elites dirigentes convirtió
a las sociedades occidentales en vulnerables al terrorismo islamista, obligando
a los ciudadanos a vivir bajo dicha amenaza, y sometidos a medidas represivas
para supuestamente combatirla. Mientras en los aeropuertos a los ciudadanos
casi se les desnudaba y se les prohibía viajar con botellas de líquidos en su equipaje,
el terrorismo islamista atacaba cuando, donde y de la forma que quería,
causando numerosas víctimas. Pero todo es susceptible de empeorar, y esas
mismas elites ahora han permitido que las sociedades occidentales hayan sido derrotadas
por la enfermedad causada por un virus que saliendo de China logro llegar a los
territorios de sus países, imponiendo cambios en su forma de vida.
En España,
el Gobierno, uno más de dichas elites, primero, por mediocridad o interés,
tengo mi opinión pero no voy a entrar a valorarlo, favoreció la entrada del virus
y hora está utilizando la situación para imponer una represión propia de regímenes
comunistas, como el de China, arruinando
la economía del país, a la vez que manda a un todavía incalculable número de trabajadores al paro y frustra
el futuro de un también todavía incalculable número de jóvenes, todo ello con
el argumento de una falaz defensa de la salud pública, pues, por ejemplo, más
de la mitad de los muertos en España por covid-19 se debe a ancianos que vivían
en residencias, y a los que debía haber sido muy fácil prestarle la adecuada protección
y correcta y necesaria asistencia sanitaria, pero no, el Gobierno de Sánchez permitió y favoreció
que fueran aislados, privados del amor y la protección de los suyos y condenándolos
a morir en condiciones indignas.
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